miércoles, 16 de abril de 2014
Quizás sea el motivo de que me he convertido en tu peor enemigo. Aquel capaz de desarmarte en un único tiro. El único capaz de hundirte sin capacidad para recuperación. El único capaz de provocarte miedo y deseo al mismo tiempo. El único oponente capaz de hacerte perder la cabeza por aquello que desee, siendo también el único que consiga adelantarme a cada uno de tus movimientos. Aquel capaz de adentrarme en esa diminuta cabeza, sin que seas capaz de arrojarme fuera. El único rival que te permite cinco segundos de ventaja aunque siempre te resulten insuficientes. El único adversario al que, simplemente, nunca lograrás vencer.
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