''El lenguaje, sobre todo el lenguaje, he aquí el abismo fundamental que nos separa.
Porque nosotras hablamos demasiado y ellos hablan muy poco. Porque
ellos jamás dicen lo que nosotras queremos oír, y lo que nosotras
decimos les abruma. Porque nosotras necesitamos poner en palabras
nuestros sentimientos y ellos no saben nombrar nunca lo que sienten.
Porque a ellos les aterra hablar de sus emociones, y a nosotras nos
espanta no poder compartir nuestras emociones verbalmente. Porque lo que
ellos dicen no es lo que nosotras escuchamos, y lo que ellos escuchan
no es lo que nosotras hemos dicho. Por todos estos malentendidos y
muchos otros, la comunicación entre los sexos es un perpetuo
desencuentro.
Y de esa incomunicación surge el deseo. Siempre creí
que a lo que yo aspiraba era a la comunicación perfecta con un hombre,
o, mejor dicho, con el hombre, con ese príncipe azul de los sueños de
infancia, un ser que sabría adivinarme hasta en los más menudos pliegues
interiores. Ahora he aprendido no sólo que esa fusión es imposible,
sino además que es probablemente indeseable. Porque de la distancia y de
la diferencia, del esfuerzo por saltar abismos y conquistar al otro o a
la otra, del afán por comprenderle y descifrarle, nace la pasión. ¿Qué
es el amor, sino esa gustosa enajenación; el salirte de ti para entrar
en el otro o la otra, para navegar por una galaxia distante de la tuya?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario